El cine LGTBI+ nos ha dado muchas historias memorables, pero pocas consiguen captar con tanta autenticidad la complejidad de la adolescencia, la neurodivergencia y el primer amor como So Damn Easy Going (Så jävla easy going, 2022).
Dirigida por Christoffer Sandler y basada en la novela de Jenny Jägerfeld, esta película sueca nos sumerge en la caótica y vibrante mente de Joanna, una adolescente que lucha por conseguir su medicación para el TDAH mientras navega por sus sentimientos hacia Audrey, su enigmática compañera de clase.
Una historia de supervivencia, amor y autodescubrimiento
Joanna (interpretada con maestría por Nikki Hanseblad) es una joven de 18 años cuya vida es cualquier cosa menos fácil. Vive con su padre, un hombre atrapado en una profunda depresión tras la muerte de su esposa. Sin dinero para pagar las facturas ni para conseguir su medicación, Joanna recurre a cualquier estrategia posible para obtener los fondos que necesita, desde intentar vender objetos en la casa hasta aceptar negocios turbios.
En medio de este caos, aparece Audrey (Melina Benett Paukkonen), una chica segura de sí misma que despierta en Joanna emociones que nunca había explorado. Pero enamorarse no es fácil cuando el mundo parece tambalearse bajo tus pies. La relación entre ambas se desarrolla con una mezcla de ternura y tensión, reflejando el torbellino emocional de la juventud.
Un retrato auténtico del TDAH en pantalla
Uno de los aspectos más destacables de la película es su representación del TDAH en una protagonista femenina, algo inusual en el cine. A través de un lenguaje visual vibrante y un montaje dinámico, So Damn Easy Going logra plasmar la experiencia sensorial de Joanna, desde la sobrecarga estímulo hasta la dificultad para concentrarse o gestionar sus emociones. Esta representación no solo aporta realismo a la historia, sino que también visibiliza un trastorno que a menudo es malinterpretado.
A diferencia de muchas películas de amor lésbico que se centran en el conflicto de salir del armario, So Damn Easy Going no pone la sexualidad de Joanna en el centro del drama. Su historia no gira en torno a la aceptación de su identidad, sino a cómo enfrentarse a las dificultades de la vida, el primer amor y la búsqueda de estabilidad en medio del caos.
La película evita los estereotipos y presenta una protagonista compleja, con virtudes y defectos, que a veces toma decisiones cuestionables pero siempre desde la desesperación y la lucha por sobrevivir. La relación entre Joanna y Audrey está construida con una química natural y momentos que van desde la timidez hasta la pasión desenfrenada.
Dirección y actuaciones de alto nivel
Christoffer Sandler, en su primer largometraje, logra un equilibrio entre la comedia, el drama y el romance con una dirección fresca y honesta. Su forma de narrar la historia nos introduce en la mente de Joanna de una manera inmersiva, utilizando luces intermitentes, sonidos abrumadores y cortes rápidos para hacernos sentir su ansiedad y confusión.
Las actuaciones también son dignas de elogio. Nikki Hanseblad lleva sobre sus hombros el peso de la película, ofreciendo una interpretación sincera y emotiva que transmite cada pequeño matiz de su personaje. Por su parte, Melina Benett Paukkonen brilla como Audrey, aportando un contrapunto calmado y misterioso a la energía arrolladora de Joanna.
¡Una película que no te puedes perder! So Damn Easy Going es mucho más que una simple historia de amor lésbico. Es una película que habla sobre la salud mental, la neurodivergencia, la crisis económica y la adolescencia de una manera refrescante y realista. Con una protagonista inolvidable, una historia que te atrapa y una dirección inteligente, esta cinta se posiciona como una de las mejores películas lésbicas de los últimos años.
Si buscas una película que te haga reír, llorar y reflexionar, So Damn Easy Going es una apuesta segura. Un recordatorio de que, a pesar de los obstáculos, el amor y la conexión humana pueden ser un faro en medio de la tormenta.