Cuando pensamos en símbolos de orgullo y resistencia LGTBI+, la bandera arcoíris suele ser la primera imagen que viene a la mente. Sin embargo, dentro del propio colectivo, cada identidad ha ido construyendo sus propios emblemas. Uno de los más debatidos, transformados y reapropiados ha sido el de la bandera lésbica.
A lo largo de los años, han surgido múltiples versiones de esta bandera, cada una con su propio simbolismo, colores e historia. En este artículo nos sumergiremos en la evolución de la bandera de las lesbianas, sus debates, y lo que realmente representan esos tonos anaranjados, rosas o morados que ondean cada vez con más fuerza.
¿Por qué existe una bandera lésbica?
La bandera arcoíris, creada por Gilbert Baker en 1978, nació como símbolo general del orgullo LGTBI+. Sin embargo, muchas comunidades dentro del espectro queer han sentido la necesidad de tener símbolos más específicos que reflejen sus propias historias, luchas y culturas.
Así surgieron las banderas del orgullo LGTBI individuales: la trans, la bisexual, la intersex, la no binaria… y, por supuesto, la bandera lésbica, cuyo recorrido ha sido todo menos lineal.
1. La bandera del hacha labrys: una historia feminista radical
La primera bandera lésbica conocida fue diseñada en 1999 por el bloguero Sean Campbell. Esta no fue creada por una mujer lesbiana, lo que ya generó cierta controversia. Aun así, su simbolismo es poderoso:
- Fondo violeta: color históricamente asociado a la feminidad y el feminismo.
- Hacha labrys en blanco: símbolo de la resistencia de las amazonas, retomado por el feminismo radical lésbico de los años 70.
- Triángulo negro invertido: referencia al símbolo con que los nazis marcaban a las “asociales”, muchas de ellas lesbianas. Reapropiado como símbolo de resistencia.
Aunque no fue ampliamente adoptada por toda la comunidad, sí tuvo fuerte presencia en espacios feministas lésbicos, especialmente en Europa.
“La labrys no es solo un arma: es una declaración. Es la memoria de aquellas que pelearon cuando nadie las nombraba”, afirma Lucía R., activista del colectivo lésbico autónomo de Madrid.
2. La bandera “lipstick lesbian”: glamour, controversia y visibilidad
En 2010, apareció otra versión: la llamada bandera de las lipstick lesbians, creada por Natalie McCray. Estéticamente llamativa, esta bandera tiene franjas rosadas, blancas y rojas, y una marca de beso en la esquina.
- Tonos rosa y rojo: representan la feminidad y la pasión.
- El beso labial: se asocia con una estética abiertamente femenina y sensual.
Sin embargo, esta versión fue rápidamente criticada por limitar la representación lésbica a un estereotipo de feminidad cisnormativa y blanca. Además, se descubrió que la autora había realizado comentarios transfóbicos y bifóbicos en redes sociales.
Esto llevó a que muchos colectivos rechazaran esta bandera, aunque sigue teniendo uso en ciertos entornos, especialmente en plataformas visuales como Tumblr o Pinterest.
3. El degradado naranja/rosado: hacia una bandera inclusiva
En 2018, una nueva propuesta cobró fuerza. Esta vez, surgió de manera anónima dentro de círculos queer online, con el objetivo de crear un símbolo más inclusivo. Se trata de la bandera lésbica de siete franjas, y su versión simplificada de cinco franjas.
¿Qué representa cada color en la bandera lésbica?
Versión de 7 franjas (de arriba abajo):
- Oscuro anaranjado – Género no conformista
- Naranja – Independencia
- Blanco – Comunidad
- Rosa claro – Amor y serenidad
- Rosa medio – Feminidad
- Rosa fuerte – Unión y amor por las mujeres
- Violeta oscuro – Diversidad
Esta versión ha ganado amplia aceptación por ser más representativa de distintas experiencias lésbicas: desde las más masculinas hasta las más femeninas, incluyendo mujeres trans y no binarias que se identifican como lesbianas.
¿Por qué hay varias banderas lésbicas?
La existencia de múltiples banderas responde a una diversidad interna que no puede (ni quiere) ser encajada en una sola narrativa. Las lesbianas no son un grupo homogéneo: hay lesbianas negras, trans, butch, femmes, de clase trabajadora, neurodivergentes, rurales y urbanas. Cada grupo ha buscado verse reflejado en los símbolos que adopta.
Los debates sobre cuál debe ser «la bandera oficial» siguen abiertos. Pero eso no tiene por qué ser negativo.
“La pluralidad de banderas es una muestra de que no hay una sola forma de ser lesbiana. Hay muchas, y todas son válidas”, explica la activista chilena Camila del Río, de la red Lesbianas Rebeldes.
¿Qué diferencia hay con la bandera arcoíris y otras del orgullo?
Aunque la bandera arcoíris sigue siendo el símbolo general del orgullo LGTBI+, muchas lesbianas no se sienten del todo representadas por ella. Por eso, tener una bandera propia permite visibilizar luchas específicas dentro del paraguas queer.
Lo mismo ha ocurrido con otras identidades:
- Bandera bisexual: rosa, morado y azul.
- Bandera trans: azul claro, rosa y blanco.
- Bandera no binaria: amarillo, blanco, morado y negro.
Estas banderas no sustituyen a la arcoíris: la complementan y enriquecen el mosaico identitario del colectivo.
Reapropiación de símbolos: el hacha labrys y su fuerza
La labrys no es solo una reliquia visual. Es un símbolo de lucha feminista lésbica, especialmente importante en los años 70 y 80. Usarla hoy es una forma de honrar esa historia, aunque muchas lesbianas jóvenes la desconozcan.
En espacios militantes, el hacha labrys ha regresado con fuerza, sobre todo en protestas contra el retroceso de derechos, la violencia lesbofóbica o los discursos que invisibilizan a las mujeres que aman a otras mujeres.
¿Y el marketing? Merchandising, visibilidad y consumo
Hoy en día, la bandera lésbica aparece en todo tipo de productos: camisetas, pins, tazas, bandanas, stickers para redes sociales, etc. Especialmente en el mes del orgullo, muchas marcas la incluyen en sus campañas.
Pero no todo es celebración: algunas voces denuncian el “pinkwashing” o el uso superficial de estos símbolos sin compromiso real con la causa.
“Queremos más que una bandera en junio. Queremos que se nos respete en los centros de trabajo, en la sanidad, en las leyes”, denuncia un comunicado de la organización española Lesbianas Visibles Ya.
La bandera lésbica, en cualquiera de sus versiones, es mucho más que un conjunto de colores. Es historia, lucha, memoria y visibilidad. Es también un reflejo de las tensiones internas y externas del colectivo lésbico.
No existe una única forma correcta de representarse. Pero sí hay una certeza: ondear una bandera lésbica es, hoy más que nunca, un acto de orgullo, de amor y de resistencia.